Good Mood es el título de la exposición colectiva que la galería Espacio Líquido presenta del 5 de Julio al 2 de agosto, donde se muestran una amplia variedad de expresiones artísticas que surgen de la libertad creativa sin restricciones y de la vitalidad característica de la juventud. Los artistas asturianos seleccionados para esta muestra, Claudia Riesgo, Aida Valdés, Aida Rivero, Pelayo Tamargo y Raquel Lobo, conforman un elenco diverso donde cada uno aporta su propio discurso y cada pieza exhibida ofrece una narrativa singular y una visión personal reflejo de sus experiencias vitales.
Claudia Riesgo muestra la serie “La luna siempre está llena”, unos delicados collages cosidos entre sí que dan forma a un mensaje que invita a la reflexión sobre cómo la percepción colectiva puede desorientarnos, revelando nuestra inclinación a aceptar las enseñanzas ajenas en lugar de confiar en nuestro propio criterio. Este fenómeno nos confronta con nuestra propia identidad y altera nuestra experiencia vital para ajustarnos a roles dictados por otros. Esta conducta es una característica inherente de la condición humana; sacrificamos nuestra autonomía en favor de la pertenencia grupal. El problema, para Riesgo, emerge cuando esta visión común de la realidad nos aliena y nos transforma en una sociedad polarizada, estandarizada y fragmentada.
Aida Valdés presenta en esta ocasión parte de su trabajo más reciente, donde observamos su capacidad para transformar objetos cotidianos y residuales en unas piezas tridimensionales de una intensa connotación ornamental, lograda a través de acabados y formas que evocan lo metálico y lo brillante. Esta estética no es meramente superficial; es una manifestación deliberada de la exploración del objeto como amuleto, una práctica que Valdés ha desarrollado al dotar a cada pieza de un carácter casi de diario físico y a la vez íntimo, encapsulando momentos, pensamientos y emociones.
Aida Rivero nos sumerge en el vibrante universo del anime y el manga, combinando personajes icónicos y elementos de la cultura pop japonesa con una estética muy personal. En esta ocasión, además de la obra “Daytona 500” con referencias antes mencionada, nos muestra unos singulares jarrones decorados con elementos Kawaii propios de su imaginario. Las flores coloristas y gestuales reivindican un intento de volver a lo básico, una toma de tierra para superar un momento de breakdown, en una defensa de poder pintar libremente y no dejarse llevar por las concesiones que dicta el mercado del arte, inspirándose en la irónica secuencia del políptico de Melissa Hindell “Y es que lo que a mí me gusta es pintar flores”, del artista sevillano Manuel Domínguez Guerra.
Compartiendo taller y muy cerca de Rivero en cuanto a referencias estéticas, se encuentra Pelayo Tamargo con una serie de retratos hechos con aerógrafo en una intersección entre el dibujo tradicional y la búsqueda de nuevas formas de figuración. Su trabajo explora el sentimiento de inquietud que surge cuando lo familiar se vuelve extraño; utiliza elementos culturales, tanto de productos como de imágenes, desgastados por el paso del tiempo y el consumo diario.
Raquel Lobo nos hace partícipe de parte de su obra más reciente e íntima, donde reivindica el proceso lento y artesanal de pintar. El díptico formado por tablillas en acrílico de vibrante color tratadas como obra miniada, se enmarca dentro de un arco azul a modo de ventana celestial que no solo nos recuerda el minucioso trabajo de un monje medieval iluminando un códice, sino que hace referencia a lo espiritual en el arte y a su poder de sanación.
Good Mood invita al público a sumergirse en un entorno de inspiración y descubrimiento, donde el discurso expositivo invita a reflexionar sobre la interconexión entre el estado de ánimo, la creatividad que surge de la contemplación de lo cotidiano y la identidad en el contexto artístico actual.
Comisariado: Natalia García Fernández. NGArte
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