El ser humano es uno de los animales con mayor capacidad de adaptación al medio y al entorno. Desde tiempos inmemoriales, nuestros congéneres han habitado este planeta desde los lugares más paradisiacos hasta los más extremos bien sea por su climatología, bien por sus accesos o cercanía al agua potable.
Nuestra presencia en este planeta es fácil de seguir por la gran cantidad de residuos que generamos, gracias a los cuales, arqueólogos y antropólogos pueden lanzar teorías de lo más diversas para tratar de explicar nuestra existencia. Esta “basura”, en muchas ocasiones supone un problema para otras especies con las que convivimos pero en otros casos son propicias para otras, que usan estos restos en su propio provecho. Este aspecto positivo es en el que me fijo a la horad de proponer esta exposición.
Un lugar es un sitio, una casa, un espacio, un resto arquitectónico…de cuyos nombres no me quiero acordar porque en ocasiones son sitios reales –que pinto más o menos en el estado en el que me los encuentro–, y otras muchas veces (las más) son sitios reales o inventados que transformo, me los imagino en un tiempo en el que lo humano ya no es presente sino pasado. Ese nuevo tiempo en el que las cosas creadas por los humanos adquieren una nueva utilidad para otras especies me parece muy interesante.
Las imágenes de esta exposición muestran básicamente arquitecturas usadas e invadidas por agua y plantas. En el caso de las que están inundadas aparecen a veces, personas sin rostro, expectadores de un tiempo que toca a su fin. Las imágenes que vienen a continuación están llenas de vida, la naturaleza se apropia de los espacios.